jueves, 3 de julio de 2008

La Tecnología: ¿un avance para quién?

Andrés E. Gómez Orellana.[1]


Este ensayo tiene la intención de manifestar, el desafío que tiene el Hombre de hoy, frente a la integración de todos sus semejantes en el proceso de Globalización, tanto al conocimiento intelectual, como a avances en el ámbito científico, como las comunicaciones, la medicina, entre otras. Para ello nos adentraremos en el escrito La Odisea del Siglo que Viene, del filósofo estadounidense, Richard Rorty, en el Diario El Clarín de Argentina en 1999. El cual nos propone el desafío de buscar las formas, de que estos avances, lleguen a todos; cuando estos, sólo logran beneficiar a los que ya tienen.

* Palabras Claves: Tecnología, Desafío, Progreso, Humanidad.

Siguiendo en esta línea, cuando el autor, habla que muchos de los logros tecnológicos, que como sociedad globalizada, hemos conseguido; hace énfasis en como, los avances de la tecnología, durante la época del siglo XX, no han llegado a todos, y el reto que se impone para el nuevo siglo que viene:

“Nos hablan de computadoras más veloces, más inteligentes y más económicas, de nuevos tratamientos médicos que prolongan la vida, como la terapia genética, de aviones más supersónicos, de pantallas de televisión más brillantes y más delgadas. Meditar sobre esta clase de proyecciones es restringir la consideración a esa fracción de la población mundial que ya vive confortablemente e imaginar que vivirá en condiciones aún mejores.”[2]

Cuando el progreso, se hace patente en la cantidad de aparatos de comunicación que nos interconectan, como el computador, que por medio del Internet con un solo clic, la información nos está disponible, donde estos aparatos se renuevan después de un corto tiempo, y luego en esos mismos, se puede ver, como niños en Medio Oriente, África o Latinoamérica, sufren por la guerra, el hambre, enfermedades o la pobreza extrema; queda en cuestión que es lo que realmente ha progresado:

“Nadie pronosticó un panorama factible según el cual, en el año 2100, un chico nacido en Bahía o Kinshasa tendrá las mismas posibilidades que un chico nacido en Munich o San Francisco. Nadie prevé el día en que tengan igual acceso a las computadoras cuando vayan a la escuela. Nadie imagina que si uno vive en Zimbabwe y tiene el virus del SIDA alguna vez reciba el tratamiento que un ingeniero de Helsinki con la misma enfermedad”[3]

Todo aquello no hace ver un reto, que nos imponen estos avances, nos dirige a, cuestionar estos, y hacia qué o quienes van realmente dirigidos: la Humanidad. Parte de estos desafíos se cumplen para otros fines, como económicos y/o estadísticos, hacen de este acceso a la tecnología nada más, que mayor beneficio para aquellos, que ya, lo poseen. Muchas tecnologías tanto en el ámbito de la medicina, las comunicaciones, la mecánica, y otros como el campo de la industria militar, las cuales producen miles de millones de dólares al año, con los cuales serían capaces de alimentar, dar cuidado y asistencia médica a todos los niños de África. Sólo crean beneficios para países ya desarrollados, que buscan mantener su poderío, avanzando en tecnología. En resumen, el cuestionamiento es hacia donde va dirigido, el progreso tecnológico.

La necesidad de ellos no queda en el acceso a la información, “en una mejor pantalla LSD”, sino que en la asistencia de las tecnologías en torno a las medicina, alimentación y educación que puedan suministrárseles. “Lejos de homogeneizar la condición humana la anulación tecnológica de las distancias y los tiempos – de la información – tiende a polarizarlas”[4]. Pues a modo de ejemplo, la mayoría de los que nazcan en el próximo siglo nunca usarán una computadora ni serán tratados en hospitales ni viajarán en avión. Tendrán suerte si aprenden a usar el lápiz y el papel, y mucha más si les suministra una medicina un poco más costosa que una aspirina[5]. Es por ello que la tecnología no tiene un real grado de desarrollo humano, cuando no hemos solucionado aún, problemas como el hambre, las enfermedades, como el SIDA, que no todos pueden costear su tratamiento, y existiendo estos avances, como estos no son capaces de llegar a todos.

El como hacerlos llegar es el desafió que tiene una comunidad globalizada, pues la tecnología apunta al progreso humano. Aquel es el reto que impera en el desarrollo; el verdadero desarrollo tecnológico que buscamos es el progreso de la humanidad. Cuando hoy en día la Globalización nos anima a unirnos en torno a una comunidad mediante el uso de tecnologías, pero esta comunidad, se vuelve excluyente. “Los procesos globalizadores incluyen una separación, segregación y marginación social progresiva”[6]. No se pueden integrar a gentes que no usen estas tecnologías, ya sea porque no tienen el acceso, su condición social se lo impide de alguna forma o no es su necesidad el acceder a estas. Es necesario establecer prioridades a la hora del desarrollo que queremos y por ello hacer de estos una forma, de que nuestros ideales, de una mejor humanidad, nos lleven a lograrlo.

Entra también, el cuestionarse, si es verdaderamente lícito, hablar de progreso, cuando un niño de África muere de hambre, y desarrollamos las mejores comodidades para un auto de ultima generación o cuando se inventa la cura para algún mal y éste no es capaz de ir en auxilio para lo que fue hecho, porque el paciente, que sufre del mal, no tiene los recursos para su acceso. El verdadero progreso humano hace relación con la inclusión de todos a la tecnología, pero esta tiene que ir acorde a las necesidades de quienes va dirigida. Al niño de África no se le dará un computador para alimentarse y al paciente no se le dará una cámara digital de última generación.

El acceso a que damos cuenta hace relación a las verdaderas tecnologías que si incluyen a los más necesitados. Quizás en un contexto social donde el hambre deje de ser un problema, el acceso a la información sea necesario para una mejora en la educación, pero mientras no se resuelvan necesidades, del tipo básicas, estas no tienen sentido para un progreso, que llamamos humano. Necesitamos, ciertamente, un avance tecnológico, pero también necesitamos uno humano.

Cuando el siglo pasado los estados competían, por el desarrollo de tecnologías, en cuanto a la producción de armas. El desarrollo de estas se hizo patente en la destrucción, que el ser humano, es capaz de efectuar.
Durante la Segunda Guerra Mundial en los campos de Concentración, de la Alemania nazi, son masacrados miles seres humanos, judíos, gitanos y de otras razas; por medio de cámaras de gases, en las cuales científicos; inventan tecnologías para asesinar, lo mas efectivamente y a la mayor cantidad de gente posible, para así lograr los anhelos de su ideología, dejando de lado patentemente los valores humanos que inspiraron la investigación científica. El “broche de oro” que cierra esta guerra es el Horror de Hiroshima y Nagasaki. Las bombas atómicas, producto del notable avance tecnológico, caen arrasando y masacrando la población de estas ciudades. Aquello marca un hito para ver hasta donde es capaz de llegar el desarrollo de la tecnología, pero también, a lo que este es capaz de hacer si perdemos el sentido que ella tiene: el progreso de la humanidad. Por ello, una vez más, el progreso queda en cuestión, ya no es para el bien de la humanidad sino para su destrucción.

Somos capaces de producir destrucción a gran escala, lo que nos hace ver un panorama oscuro y desolador, cuando de avance tecnológico se trata. Rorty, habla, que hoy en día, no existe ninguna proyección convincente sobre un posible incremento en la igualdad humana.[7] Pero también, que somos capaces de sobreponernos ante estos y cambiar esta situación. Así ocurrió en Europa que “se recuperó de la Segunda Guerra Mundial, gracias a las esperanzas que los vencedores compartían con los vencidos[8].

Aún es posible que estas desigualdades desaparezcan. Nuestros sueños y esperanzas dan gran parte de este posible cambio. Aún no todo esta perdido mientras estos sueños de libertad, igualdad y fraternidad se mantengan para que todas estas desigualdades lleguen a su fin.

Hace sentido esto, cuando Rorty, habla de que nuestras esperanzas; en que esta situación de desigualdad, pueda verse superada; cambiar el rumbo de este desarrollo, para los que hoy no tienen aquel acceso, puedan, no solo tenerlo, sino que hacer uso, de estos avances tecnológicos, junto con toda la comunidad global.

Estas esperanzas son inseparables de nuestras creencias y valores, de que, “los seres humanos pueden cooperar como para determinar su propio futuro”[9]. Por ello si llevamos estos ideales de justicia, en nuestro quehacer, por lograr una sociedad, donde cada individuo, tenga lo que necesita para su desarrollo, y por ello, para toda la sociedad.

Tarea nuestra es mantener estos sueños y valores para nuestros hijos en los cuales mantener distante la brecha de la desigualdad, debe ser lo que los impulse a construir una sociedad, de la cual, serán herederos:

“Albergar esta esperanza significa aferrarse a la posibilidad más importante que ocurrió en la historia humana: la creciente convicción de que nada se interpone en el camino de la fraternidad humana salvo nuestra propia falta de voluntad para hacer lo necesario para lograrlo”.[10]

Somos responsables de construir el futuro. Y este, según nuestras esperanzas y valores, tiene un horizonte hacia la igualdad, Y este futuro, como hemos dicho, tiene una sentido en la integración de todos los seres humanos. Cuando las tecnologías no han sido capaces de lograr este desarrollo humano, del cual hablamos; nosotros hemos de tomar este desafío en nuestras propias manos y hacer de estas una herramienta verdadera de inclusión, de integración entre todos los seres humanos:

“…la esperanza de que llegue el día en que todos y cada uno de nuestros descendientes sea un ciudadano orgulloso y feliz de una comunidad global en la que ningún chico tenga que sentir una envidia innecesaria por el alimento, la ropa o la posibilidad de estudiar de otro”[11].

Hemos de buscar las formas de encontrar los puntos que nos unen como seres humanos, y en ello ver que las carencias de unos son nuestras carencias también. En muchas instancias lo han intentado, pero aún hoy, este desafío queda abierto y aquello nos invita a trabajar arduamente en conseguir nuestras metas de igualdad.

Para una Sociedad, verdaderamente Globalizada, las necesidades de los más desprovistos en recursos, debieran ser también las necesidades, que nos impulsen a trabajar, para que un día los sueños de igualdad, de fraternidad y libertad, no lo sean, sino esto sea una tarea cumplida. Mientras tanto debemos hacer nuestro el proyecto de que, “tarde o temprano todos los niños tengan iguales oportunidades en la vida”.[12]

BIBLIOGRAFÍA.

· RORTY, Richard; La odisea del siglo que viene; en El Clarín.com http://www.clarin.com/suplementos/zona/1999/03/07/i-00801e.htm; Edición Domingo 07.03.1999 (12 de junio, 2008)

· BAUMAN, Zigmunt; La Globalización: Consecuencias Humanas; Fondo de Cultura Económica; México; 1999.
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[1] Estudiante de Lic. en Trabajo Social; Universidad Alberto Hurtado. Curso: Claves del Pensamiento Filosófico; Prof. Patricio Mena. Fecha 24 de Junio de 2008
[2] RORTY, Richard; La odisea del siglo que viene; en El Clarín.com http://www.clarin.com/suplementos/zona/1999/03/07/i-00801e.htm; Edición Domingo 07.03.1999 (12 de junio, 2008)
[3] Ibíd.
[4] BAUMAN, Zigmunt; La Globalización: Consecuencias Humanas; Fondo de Cultura Económica; México; 1999. Pág. 28
[5] RORTY, Richard, op cit.
[6] BAUMAN, Zigmunt, op. Cit., Pág. 9
[7] RORTY, Richard Op. Cit
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] Ibíd.
[11] Ibíd.
[12] Ibíd.

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